En el bosque, metáfora de una realidad vivida y soñada, se asienta el eje vertebrador del poemario: el tiempo que pasa y que retorna, círculo mágico que contiene la mudanza de las estaciones y de los momentos del día. Los mensajes de la naturaleza le llegan al yo que sabe escuchar sus voces: "Solo en silencio/ oyes hablar al bosque/ si el viento ayuda". Bosque y poesía confluyen en poemas que se nutren del tiempo: el ciclo de la vida, sucediendo siempre, enriqueciéndose, en cada estación y en cada nuevo día, con luces cambiantes que la mirada sensible acoge. El poeta siente la llamada del bosque como universo de vida, y, al responder a esta llamada, el bosque le da, generoso, su lenguaje, imágenes y símbolos, que él recorre con sus pasos y guarda en sus sueños para convertirlos en poema.