El nuevo libro de una de las poetas más talentosas y populares de la actualidad. Vuelve el abrazo convertido en poema. Vuelve Patricia Benito. «Odiaba todos mis lunares hasta que un día alguien decidió usarlos como mapa del tesoro. Desde entonces ya no los escondo por si en algún momento ese alguien decidiera volver». Cada noche te escribo son los silencios que ponen fin a una conversación, los mensajes que escribimos para jamás enviar, las cartas perdidas en un cajón. La despedida elástica del que no quiere irse -ni que se vayan-. Aquellas palabras que escribes para quien ya no está, para los ojos que nunca volverán a mirarte, para la boca que nunca volverá a besarte. Este libro es un acto de soledad, un monumento a las cosas y las personas perdidas y también una esperanza al final del túnel: la última noche de duelo, el último suspiro antes de renacer y volver a la vida.
Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978). Nací en una isla y no sé nadar. He vivido en tres ciudades, nueve hogares y alguna casa. Me he enamorado una vez. He bajado corriendo de un tren en llamas y he visto explotar una bomba. No creo en las cosas que duran para siempre. O sí, no lo sé. Las fresas, con leche condensada. Cada cierto tiempo necesito cambiar cosas de sitio, ya sean muebles, personas o toda mi vida. Si no viajo, no puedo respirar. Tengo incontinencia sentiverbal. Me pierdo en cualquier atardecer, a ser posible con mar. Prequiero demasiado rápido y desquiero demasiado lento. No recuerdo la última vez que me dormí pronto. Mido el tiempo en medias cervezas y no hago planes a más de cerveza y media. Lloro en las manifestaciones cuando oigo a Labordeta. Te necesito cerca, pero no encima. Siempre voy con el más débil. No imagino un mundo sin queso, ni sin chocolate. Casi siempre es mejor dar que recibir, y no estoy hablando de sexo; no solo de sexo. La reina de mi casa es una gata coja que no para de ronronear. La empatía debería mover el mundo, no solo el mío. Si has leído hasta aquí, te puedes quedar.