Una vida entregada a la literatura y al periodismo cultural no está exenta de pasión y, de algún modo, precariedad, al menos en sus comienzos. Tampoco anda libre de cierto eclecticismo obligado que, anticipamos ya, en el caso concreto de Eduardo Castro podría acomodarse en los rincones de Mason Williams y de Kurt Vonnegut ...construido este último de forma heterodoxa desde los clásicos grecolatinos, con especial incidencia en Aristófanes, la ciencia ficción (también en su variante «Pulp»), Mark Twain o Flannery O Connor, por ejemplo... y en otros descubrimientos literarios que apaciguaron su estancia de búsqueda profesional ...en lucha también contra la carencia material... en la ciudad californiana de Los Ángeles durante el curso 1972-1973. Fue un año de pesquisas en el que Eduardo alternaba la corresponsalía, muy mal pagada siempre, de la revista Criba con otras actividades laborales de subsistencia, como la de ayudante de mozo de un almacén de material de bomberos o la de repartidor