Durante las últimas décadas del siglo pasado y primera del actual concurrieron unas circunstancias que, bien aprovechadas políticamente, explican la transformación que se operó en Ciudad Real durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI. Dichas circunstancias son: la democracia en España, iniciada en las elecciones generales de 1977 y simbolizada en la Constitución de 1978; la formación a partir de 1983 de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, como consecuencia del desarrollo del Título VIII de la Constitución; y la integración en 1985 de nuestro país en la Comunidad Económica Europea.
Esta confluencia (democracia, autonomía y Europa) supuso una verdadera trilogía transformadora y reformista (revolucionaria sería tal vez excesivo) que permitió el comienzo de una modernización y un desarrollo sin precedentes en nuestra tierra. Pero esto no ocurrió de forma espontánea ni casual, la oportunidad que brindaba esa coyuntura podría haberse desaprovechado. Las cosas no tenían que salir necesariamente como salieron. Muchos políticos utilizan la coletilla de decir como no puede ser de otra manera' y, sin embargo, en la historia los acontecimientos siempre podrían haber sido de otra manera. No hay un determinismo fatal, los hechos dependen en gran medida de decisiones humanas. Las evidentes mejoras y transformaciones que se produjeron en la ciudad no cayeron del cielo ni fueron producto del azar, ni consecuencia inexorable del desarrollo de los acontecimientos. Se debieron a decisiones políticas y económicas acertadas y bien ejecutadas, adoptadas con oportunidad aprovechando una coyuntura histórica excepcional, pero, podría no haber sido así. La experiencia podría haber sido fallida.
Contando lo que hicimos entre muchos durante aquellos años del comienzo de la democracia en España desde el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Comunidades, reivindicamos el valor de la política como instrumento insustituible para el desarrollo y el progreso de los pueblos. Lo sabían en Grecia y en la Roma clásicas, en el siglo XIV y a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Mi generación tuvo la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno y el honor de servir a su tierra
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