Los avatares que los textos de la literatura clásica han sufrido en su transmisión son muy diferentes no sólo de unas obras a otras, sino también entre partes de una misma obra. Éste es el caso de la República de Cicerón, cuyo texto se perdió casi en su totalidad (hoy parcialmente recuperado gracias a un palimpsesto), pero cuya parte final, conocida tradicionalmente como el Sueño de Escipión , se conservó completa junto con el Comentario que de ella hizo Macrobio. Autor tardoantiguo (siglo V d. C.), de él nos han llegado también las Saturnales y fragmentos de un tratado gramatical. En el Comentario Macrobio hace un estudio prolijo del sueño de Escipión Emiliano narrado por Cicerón en la República (en evidente paralelismo con el mito de Er narrado por Platón en su obra homónima): a Emiliano se le aparece en sueños su abuelo Escipión el Africano, quien le explica su destino y el de su país, las recompensas de la virtud en el más allá, la estructura del universo y el lugar del hombre en él. En su Comentario Macrobio utiliza el texto ciceroniano como excusa para exponer las teorías del neoplatonismo e introducir digresiones sobre distintos campos de la erudición y la ciencia de su tiempo (geografía, astronomía, aritmética, geometría, música, etc.). Obra encuadrada dentro del enciclopedismo característico de su tiempo, el Comentario constituye un puente entre el pensamiento de la Antigüedad y el del Medievo. Sus fuentes principales son Platón, Plotino y Porfirio, pero por su boca habla toda la ciencia de la Antigüedad. Y su influencia es abrumadora: aparece en autores como Isidoro de Sevilla, Boecio, el papa Silvestre II, Máximo Planudes, Dante, Boccaccio, Bernat Metge o Cervantes, entre otros. Macrobio es uno de los responsables, por ejemplo, de que entre los geógrafos medievales persistiera la creencia en la esfericidad de la Tierra, idea que tan importante fue, siglos después, para el descubrimiento del Nuevo Mundo.