En los últimos años se ha consolidado definitiva e irreversiblemente un bifurcación, en el seno de las ciencias sociales, entre corrientes posmodernas y teorías convencionales, que ha dejado en manos de las primeras la gestión de la autoconciencia crítica. Ese proceso no es ajeno a una manera de abordar los problemas metodológicos asociada a la crisis de la filosofía de la ciencia clásica y que se tradujo en una suerte de pacto de silencio entre las ciencias sociales y la reflexión filosófica. Mientras las científicos sociales hacía reverencias hipócritas hacia la filosofía de la ciencia, los filósofos se olvidaban de mirar críticamente las teorías sociales, de abordar sus problemas reales y de terciar en ellos. Frente a esa disposición, este ensayo defiende una fertilidad cruzada que permita a unos y otros beneficiarse de los resultados de todos. En esa conciencia cercana, la filosofía de la ciencia estaría dispuesta a incordiar la práctica de la ciencia social t las ciencias sociales no evitarían exhibir sus problemas, al servicio una y otras de lo que realmente importa: el avance del conocimiento de n