Así pues, primero creció la avidez de dinero, luego de poder: eso fue casi la fuente de todos los males. En efecto, la avaricia subvirtió la confianza, la honradez y las restantes virtudes. en su lugar hizo salir la soberbia, la crueldad, el despreciar a los dioses, el considerar venales todas las cosas. La ambición obligó a muchos mortales a volverse falsos, a tener a disposición una cosa encerrada en el pecho y otra en la lengua, á estimar las amistades y las enemistades no por el mérito sino por la ventaja, y a tener bueno más el rostro que el temperamento. Estas cosas en primer lugar poco a poco crecieron, mientras eran castigadas. luego cuando el contagio se expandió casi como una peste, la ciudadanía fue cambiada totalmente, el poder se volvió del más justo y óptimo en cruel e intolerable. [X. 36]