Al igual que el mayor temor de los líderes sindicales es la emancipación efectiva de los trabajadores, la pesadilla recurrente de los intelectuales es el desenmascaramiento de la verdad: eso les llevaría, de un día para otro, a buscar su sitio en la interminable cola del INEM. Hoy en día, la función del intelectual suele consistir en amenizar con sus parloteos la creación del último evento. Hace algo más de una década se trató de los «atentados terroristas del 11 de septiembre», en la actualidad hablamos de la «crisis». Pero si nos
olvidamos de tanta pamplina estéril, recordaremos lo que ya sabíamos: el terror y la crisis son, ante todo, maneras de gobernar. Ante el terror y ante la crisis, la máquina imperial justifica sin dificultad la puesta en marcha acelerada de sus nuevos dispositivos de control.
¿Nuestra respuesta? ¿Nuestra estrategia? Devenir máquinas de guerra anti-imperiales y acumular, clasificar y difundir todos los
saberes-poderes que puedan contribuir a este objetivo.
Tiqqun no es el nombre de un autor o un colectivo de autores, sino el nombre de un medio, un medio para construir energicamente una posicion. Toda posicion es una taxonomia, una topografia espiritual, una inteligencia politica de la epoca: una toma de partido. La posicion de Tiqqun se concreta en una doble secesion: en primer lugar, secesion del proceso de explotacion social (el mundo de la mercancia autoritaria o «imperio»), y despues, secesion de toda la esterilidad que se deriva de una simple