La chica a la que vemos a través de la ventana, leyendo con la cabeza inclinada sobre su mano, se llama Cora. Georges, recién llegado a la ciudad, siente fascinación, al igual que los otros jóvenes de su edad, por la literatura romántica y fantástica, en concreto por los cuentos de E.T.A. Hoffmann. Como el mismo protagonista cuenta, el «contagio de lo fantástico» se ha expandido por la ciudad, y él cree haber encontrado en Cora la encarnación de esas sublimes fantasías. Hacia el año 1817, en el convento de las Agustinas inglesas de París, una adolescente llamada Aurore Lucile Dupin (París, 18041876), que más adelante escogería el seudónimo de George Sand, sentía tal atracción por Kreisler, alter ego de Hoffmann en la ficción, que le dedicó un poema.George Sand, en su primera etapa como escritora, siguió esta línea romántica. Así, los elementos característicos del Romanticismo fantástico están presentes en el relato de Cora, y arrancan con la aparición de una figura femenina etérea y angelical.