Ray Lennox es un joven e inteligente inspector de la policía de Edimburgo que ha resuelto un atroz caso de asesinato. La muerta era una niña de siete años, y el culpable, un asesino en serie por cuyos crímenes anteriores habían sido encarcelados varios pringados más o menos inocentes. Todo ha terminado ya, Lennox ha hecho un excelente trabajo, y ha sido recompensado con unas vacaciones. Que debe tomarse quiera o no, puesto que su desesperada, obsesiva implicación en el caso ?que lo remite a un secreto episodio de su pasado? y su depresión posterior han hecho que sus superiores decidan alejarlo por un tiempo, hasta que se recupere. Lennox viaja con su novia Trudi a Miami, se olvida de la cocaína y el alcohol, de los que había abusado en los últimos tiempos. Pero, después de una discusión, Roy va a un bar, donde se le acercan dos mujeres, Starry y Robyn, con cocaína y muchas ganas de fiesta. Los tres acaban en el piso de Robyn, y cuando están en plena juerga ?intentando no despertar a Tianna, la hija de Robyn, que duerme en su habitación?, llegan al piso dos amigos de las mujeres y se unen a la fiesta. Uno de ellos desaparece muy pronto y reaparecerá en el cuarto de la niña, que grita desesperada. Y a la mañana siguiente, tras una brutal pelea y la desaparición de la madre, Lennox se encontrará a cargo de Tianna, una precoz lolita de diez años, amenazada por una red de pedófilos. Y el detective no tendrá otra salida que enfrentarse a su propia vida y a los fantasmas del pasado, y actuar en el lado más oscuro de esa América a la que había llegado como turista. «Una destartalada y soleada carretera al infierno que conduce a lo más profundo del alma humana» (Laura Fernández, El Mundo). «Un sólido relato policíaco ambientado en las redes de pedofilia» (Jorge Casanova, La Voz de Galicia). «Su entrega más ambiciosa» (P. Martínez Zarracina, El Correo Español). «No se pierdan la última novela de Irvine Welsh. Por el amor de Dios. Es frenético» (José Antonio Sau, La Opinión de Málaga).
Irvine Welsh nació en 1958 en Escocia. Creció en el corazón del barrio obrero de Muirhouse, dejó la escuela a los dieciséis años, cambiando multitud de veces de trabajo hasta que emigró a Londres con el movimiento punk. A finales de los ochenta volvió a Escocia, donde trabajó para el Edinburgh District Council a la par que se graduaba en la universidad y se dedicaba a la escritura. Su primera novela, Trainspotting, tuvo un éxito extraordinario, así como su adaptación cinematográfica.