En este pequeño libro, Werner Jaeger destila la esencia de los grandes análisis históricos con los que cierra su Paideia. La muerte del autor impidió, por desgracia, que llegara a realizar sus ambiciosos propósitos de los que este libro era un primer esbozo. Sin embargo, no se crea que, por ello, el volumen resulta incompleto o abstruso. Jaeger poseía un talento especial para aclarar sin simplificar, para salvar los límites de la exégesis técnica y para resumir lo esencial en forma tal que se presente viva y plenamente al lector. Sus profundos conocimientos le permitieron tratar el problema con esa facilidad y claridad tan deseables cuanto difíciles de alcanzar. Así, nos muestra cómo, sin la expansión de la cultura griega merced a las conquistas de Alejandro Magno, habría sida imposible el surgimiento del cristianismo como religión universal. Pasa después a exponer por qué resultó imprescindible la helenización en la época apostólica y pasapostólica. Señala luego la controversia de los siglos II y III entre paganos y cristianos, para terminar con la síntesis del pensamiento griego y cristiano que representan los grandes padres griegos del siglo IV: Basilio de Cesarea, Gregorio Nacíanceno y Gregorio de Nisa.