El núcleo de la fe de la Iglesia es la persona de Cristo. Cada creyente, en fidelidad a la tradición, afronta sin cesar el reto de dar razón de su fe. Pero corresponde a los teólogos investigar, analizar y debatir las fórmulas más adecuadas. Su tarea no puede limitarse a dirimir cuestiones abstractas, sino que ha de abrirse también y ante todo a hacer inteligible la esencia de la fe. Para ello resulta obligado conocer la cristología de los primeros siglos, establecer su desarrollo y mostrar sus implicaciones litúrgicas, pastorales y espirituales.
En este proceso, la fórmula cristológica del Concilio de Calcedonia (siglo V): «Ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad», no puede entenderse ante todo como una afirmación inmutable y para siempre, sino principalmente como fruto de una larga reflexión sobre la persona de Cristo y como punto de partida de posteriores análisis.
La presente obra sitúa el Concilio de Calcedonia en un contexto histórico mucho más amplio y complejo que permite comprender mejor los antecedentes que fundamentan su teología sobre Cristo, así como entender la recepción de Calcedonia en los siglos posteriores a partir del pensamiento de algunos de los principales Padres de la Iglesia.
En este recorrido, el lector es invitado a seguir las huellas de autores como Ireneo, Orígenes, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, Agustín de Hipona o Juan Damasceno, cuyas aportaciones atestiguan el desarrollo de la doctrina cristológica en continuidad con la tradición apostólica.
Brian E. Daley (1940) ha sido profesor de Teología en la Universidad de Notre Dame (EE UU).