La cuestión decisiva no es «¿ser o no ser?», por muy especial que sea, sino «¿en qué soy único?». Ni mi historia, ni mi muerte, ni mi libertad me hacen insustituible. Lo que de verdad me hace único es la respuesta que doy al otro, que se me presenta como algo santo que reclama no ser dañado.Levinas desarrolla esta idea clave en discusión con una gran parte de la historia filosófica. El ser humano despliega su humanidad como «guardián de su hermano» y rehén al servicio del extranjero, de la viuda, del huérfano, no como «pastor del ser». Yo, cada yo, estoy y está convocado a la respuesta de la responsabilidad. Y no se trata de una inclinación altruista, pues la fraternidad con el diferente es una carga abrumadora, pero tampoco nadie es esclavo del Bien.
Emmanuel Levinas nació en Kaunas (Lituania) el año 1906. Estudió filosofía en la Universidad de Estrasburgo (1923-1928) y fenomenología en la de Friburgo, donde conoció a Husserl y a Heidegger. Nacionalizado francés en 1930, escribió «La teoría fenomenológica de la intuición» con el fin de divulgar el pensamiento de Husserl. Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de la cual estuvo prisionero, frecuentó círculos filosóficos de vanguardia como el de Marcel y el de Wahl. A partir de los años 50 del siglo pasado elabora su filosofía ética más original. Influido por las filosofías dialógicas de Rosenzweig y Buber, redacta «Totalidad e infinito» (1961), cuyas intuiciones reelabora en «De otro modo que ser o más allá de la esencia» (1974), sus dos principales aportaciones al debate metafísico. Entre sus obras también destacan «Cuatro lecturas talmúdicas» (1968), «Du sacré au saint: cinq nouvelles lectures talmudiques» (1977), «LAu-delà du verset: lectures et discours talmudiques» (1982), «En la hora de las naciones» (1988), y «Nuevas lecturas talmúdicas» (1996). Levinas murió en París, el 25 de diciembre del año 1995.