Como cada cual, también los Reyes pertenecieron a la humanidad doliente. Y quien no hubiera caído en la cuenta, que abra este libro y se pasee por la vida cotidiana de Austrias y Borbones, hasta la fecha. Verá que los males de la boca no respetaron categorías humanas y todos acabaron pasando, antes o después, por las manos del dentista. Cosa diferente fueron las artes de quienes fueron contratados por la Casa Real para dar alivio dental a sus titulares. Aquí sí que hubo categorías, desde los sacamuelas denostados por Quevedo hasta los dentistas formados a finales del XIX en los mejores centros de los Estados Unidos, claro que mientras estos últimos fueron excepción, no así los otros. Príncipes y princesas, reyes y reinas, antes o después se vieron en manos de quienes dieron remedio, o al menos lo procuraron, a las agujereadas dentaduras regias, aunque también intentaron hermosearlas y hasta perfumarlas mal que bien. Sin esta minuciosa narración, quizá pareciera la historia de nuestros Reyes y allegados un impenetrable misterio de la torre de marfil. Pero no, es precisamente cuando se averió el regio marfil b
Aficionado a la historia y autor del blog Historias de la Historia (Mejor Blog Cultural en 2010 -Diario 20minutos- y 2011 -Premio Bitácoras-) y de la página homónima de Facebook con más de un millón de seguidores. Actualmente cuenta sus historias en el Diario de Teruel, El Economista en Gente Despierta (RNE), Escúchate (Aragón Radio), en La Rosa de los Vientos y Más de Uno (Onda Cero).
También ha publicado los libros Nunca me aprendí la lista de los reyes godos, De lo humano y lo divino, Fuego a discreción, Los inventos de los antiguos y Ni tontas, ni locas, así como la audioserie de ficción Historias de la Historia.