Sangre y leche fueron símbolos omnipresentes en los territorios de la «Monarquía Católica», en España y su Imperio colonial. Estos símbolos desempeñaron un papel determinante en los procesos de ordenación, jerarquización, y de exclusión social dentro de la monarquía. Se analiza esta encrucijada simbólica para interrogarse sobre el origen y desarrollo del discurso de la «raza» en la España altomoderna.