El señor Genardy había tratado de pasar desapercibido entre sus vecinos y poder así dar rienda suelta a su perversa obsesión por las niñas. Pero esta vez había bajado la guardia. No le quedaba más remedio que cambiar de residencia para evitar futuras complicaciones. El anuncio en un periódico de un discreto y económico piso le ofrecerá la posibilidad de desvanecerse y evitar las murmuraciones. Sus propietarias: una joven viuda y su pequeña hija Nicole.Dejad que jumien los niños, un auténtico fenómico editorial que ha traspado las fronteras de su país, fue llevada al cine con gran éxito.