Y los dos hombres caminan, uno a caballo y el otro a pie, por en rnedio del inmenso campo. La tarde respira con sosiego. El espacio se ensancha desmesuradamente, en su acariciadora transparencia. Las bestias, cansadas de roer, se detienen y quizá reflexionan. Los árboles parecen soñar, balanceando apenas su follaje. Me temo que se trata de una paz fingida: bajo tierra las raíces se estrangulan entre sí. la espesura ahoga los débiles tallos y por todas partes hay plantas avnarillentas que se mueren de sed. De cuando en cuando uná hoja cae, asesinada por sus compañeras. Como dice Carlos Meneses en la Presentación de este libro, Rafael Sarrett nunca escribió una novela, pero tuvo una vida de novela. Una vida que fue como un viaje del norte al sur, de la Europa opulenta a la América más deprimida. Fruto de ese contraste nacieron estos cuentos que, aun escritos a comienzos del pasado siglo, mantienen hoy toda su fuerza y lirismo.
Rafael Barrett nació en Torrelavega (Santander) en 1876. Fue ingeniero, matemático, periodista y narrador. Hijo de inglés y española, elegante y cultivado, tuvo que huir de España a causa de un duelo y se refugió primero en Argentina y Uruguay y después definitivamente en Paraguay, donde se casó y tuvo un hijo. Defendió con pasión sus ideas humanistas y cristianas en la prensa de Asunción y Montevideo. Sus críticas se reunieron en volúmenes como «Moralidades actuales», «Mirando vivir», «El dolor paraguayo» y «Cuentos breves (del natural)». Murió de tuberculosis en Arcachon (Francia) en 1910.