La iniciación en el conocimiento de las disciplinas científicas, y por supuesto de las pertenecientes a cualquier rama del Derecho, debe hacerse atendiendo a los aspectos estructurales de las mismas. Dichos aspectos estructurales procuran un conocimiento que permanece por encima de los numerosos vaivenes legislativos, porque conforman su "esencia". Todo ello sin perjuicio, naturalmente, de las oportunas referencias al derecho positivo, tanto para conocerlo, como para ratificar o cuestionar su valor científico. Cuando se adquiere el conocimiento estructural de una rama del saber, los "siguientes conocimientos", o sea los conocimientos que necesariamente han de complementarlos, no contradicen los ya adquiridos, sino que, por el contrario, resultan indispensables para poder acceder a los mismos. Y lo son especialmente en el caso que nos ocupa, dada la volubilidad y la escasa claridad y rigor del derecho positivo regulador del objeto de nuestra asignatura. Es obvio, asimismo, que los conocimientos de las partes especiales del Derecho resultan inabordables sin un adecuado conocimiento de la terminología, los conceptos y las estructuras generales de cualquier disciplina jurídica, y desde luego del Derecho Financiero y Tributario, de que se ocupa este libro que el lector tiene en sus manos.