En una época de transformación acelerada de hábitos culturales y desarrollo tecnológico, la imagen fotográfica sigue ocupando un espacio privilegiado en nuestras vidas: hoy todos hablamos fotografía. Pero bajo la alfombra de esa flamante omnipresencia yacen muchos cadáveres. De 'cosa' congénita a la sociedad industrial, la fotografía se ha convertido en 'no-cosa' de la sociedad digital. El misterio de su alquimia fundacional está cediendo a otra magia, la de los algoritmos. Todos los valores de la imagen se están alterando: el horizonte de la inteligencia artificial presagia una revolución visual mucho más profunda que la que en 1839 promovió la aparición del daguerrotipo. La fotografía se hacía con luz, ahora se hace con datos. Y en esta transición de asombro e incertidumbre vale la pena pasar revista a los ámbitos en los que la cámara sigue lidiando, en la medida en que ese esfuerzo contribuye a entender mejor el espíritu de nuestro tiempo. La postverdad fotográfica, la memoria desmaterializada, la iconofagia, la construcción de identidades y la perspectiva de género en redes sociales, los drones y la auto
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