(Extracto del prólogo escrito por Fernando Trueba)
La historia del cine y la crítica llamada seria están construídas sobre gan cantidad de arbitrariedades, verdades aceptadas, tópicos y caprichos; su presunta objetividad es tan discutible que cabe preguntarse ¿para qué otro diccionario subjetivo más?, ¿para qué un nuevo volumen que sólo puede ser inútil y superfluo, por redundante? La respuesta es, querido lector, que este libro que ahora tienes en la manos no es serio en absoluto. Visto que la crítica seria tardó casi tanto tiempo en reconocer los méritos de Hitchcock como la Iglesia en reconocerle alma a las mujeres, y convencidos de que el cine es demasiado serio para dejarlo en manos de los serios, hemos decidido acometer la tarea de enmendarles, aunque sólo sea parcialmente, la plana.
El hecho de que el autor sea un enano del cinematógrafo, lejos de poner en tela de juicio la fiabilidad de la empresa, nos ofrece la única garantía aceptable en los tiempos que corren: la de estar escrita por alguien más allá del mal y del peor: yo.