¿Un café de pie y corriendo? No, un atardecer en una terraza en buena compañía o con una lectura agradable. ¿Dos minutos para comer? Mejor degustar un sabroso plato y regalarnos una hora. ¿Estresada hasta las cejas? Respira profundamente, cuenta hasta diez y crea tu propio espacio de relajación en casa o en el trabajo. En resumen, el camino de la felicidad está pavimentado de pequeñas alegrías y placeres inocentes. ¡Atrévete a recorrerlo!