El fin de las ideologías y del denominado "pensamiento fuerteö nosllevó a lo largo del S. XX a la Posmodernidad, a la pérdida delsentido unitario de la verdad y los valores, al "todo valeö propio del pensamiento débil. La ausencia de ideologías y valores firmes hizoque las democracias se debilitasen y que la población perdiese todointerés por la participación política. Sin metas claras, el mundo cayó en manos del puro consumismo, del ocio anestesiante y la total faltadel uso de la libertad como forma de participar en la dirección denuestros destinos. Las democracias, abandonadas por sus basespopulares, se han convertido en simples democracias formales donde los individuos se limitan, en el mejor de los casos, a la búsqueda delbienestar y a la dependencia infantil del Estado. Sin argumentossólidos, sin ideologías que nos orienten, sin valores objetivos, losgobernantes se limitan a la adulación del pueblo, al ejercicio delpopulismo y a la demagogia. Y esta situación está llevándonos, cadavez de forma más clara, a los extremos políticos: de extremaizquierda, de ultraderecha, independenti