El abandonado, el enfermo mental, la maltratada, el enfermo de droga o SIDA, el preso, el pobre sin horizonte, el tirado en la calle, la mujer maltratada, el niño abandonado, el inmigrante sin papeles...Si la Iglesia estuviera orientada por el Evangelio, alrededor de ellos, seríamos el signo que nos enseña Jesucristo.Predicaríamos en serio qué creemos cuando rezamos el Padre nuestro.Que nos sentimos hermanos de ellos.Hijos del mismo Padre.Hermanos todos de Jesucristo.Jaime Garralda nació en 1921. Estuvo en el frente y en la postguerra tuvo de todo. Jesuita desde el 45, leyó el Evangelio y se dedicó a los preferidos del Señor: hambrientos, enfermos de SIDA, drogadictos, sin techo, peregrinos sin papeles y presos. También intenta aprender y servir a niños con problemas y a viudas.Ha recibido toda clase de condecoraciones y medallas. Pero su mayor premio es sentirse hijo de Dios. A sus 87 años sigue feliz, sonriente, incansable y seguro. Jesuita hasta los huesos. Rodeado de voluntarios y marginados a los que adora y de los que recibe ilusión y cariño para caminar al Padre.