La pandemia del COVID-19 es, en buena parte, resultado de la vanidad y estupidez del ser humano actual. Vanidad porque creímos ser el centro del universo además de la especie elegida. Estupidez porque primero asesinamos a Hipatia, por ser mujer y sabia; después procesamos a Galileo cuando nos sacó a bailar en torno al Sol, quemamos a brujas y hechiceras siendo las que estaban en posesión de conocimientos médicos reales y acabamos mofándonos de Darwin por osar plantear que descendíamos de un pequeño y peludo simio africano. A regañadientes, tarde y mal, acabamos pidiendo disculpas pero, ¿de qué sirve si hemos continuado ignorando y cuestionando a la ciencia? Consumimos cantidades insostenibles de recursos, y somos los agentes activos del actual cambio climático global. En definitiva, al igual que los dinosaurios se extinguieron, nosotros somos una especie hasta ahora exitosa que quizá ha empezado su declive evolutivo; nada extraño, es la ley de la naturaleza...