Entre el engolamiento huero y las invectivas plebeyas, una catarata ramplona viene a ser el denominador común de las «artes» oratorias de nuestros actuales políticos de primera fila. Acuciados por destruir cuanto antes al adversario lo suelen hacer con contundentes testarazos, primitivos y brutales, sin arte ni pasión por el recurso a la ironía refinada o a una calculada paráfrasis denigratoria mortal de necesidad. Leer ahora, en estas circunstancias, los discursos de Don Manuel Azaña, que se recogen en volumen por primera vez, es un gozo. A la sustancia, siempre interesante, siempre original, del contenido de sus discursos se añade con un valor propio, inmenso, la increíble capacidad oratoria, el perfecto recurso a los tropos y el refinamiento verbal, no exento de acritud cuando convenía, del mayor animal político que produjo la España del siglo XX.
Santos Juliá, historiador gallego, catedrático en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED y director en esta universidad del Departamento de Historia Social y del Pensamiento Político, ganó El Premio Nacional de Historia en 2005. Entre sus obras figuran Historia económica y social, moderna y contemporánea de España, Un siglo de España, El aprendizaje de la libertad. Memoria de la transición o Violencia política en la España del siglo XX.