La disimulación como modo de resistencia ante los poderosos, obtiene toda su dimensión práctica en épocas de destrucción de la política por la tiranía o el imperio. Séneca que sería condenado a muerte por Nerón le advertía al joven Lucilio que 'el hombre sabio se abstiene de provocar la ira de los poderosos, evita de este modo el poder que ha de dañarle, cuidando ante todo de no parecer que lo evita'. Asimismo, el arte del disimulo ocupa el centro del 'vivir cauto' barroco. Un conjunto de tratados entre los que se encuentran El arte de conocer a los hombres (1659) de Cureau de la Chambre, o el Oráculo manual y arte de prudencia (1647) de Baltasar Gracián, proporcionan un inestimable saber del ingenio, la discreción y la 'demora'. Della dissimulazione onesta (Nápoles, 1641) es uno de las piezas más significativas de esta extraña sabiduría barroca y su autor, Torquato Accetto, fue un oscuro secretario de quien casi nada se sabe. No obstante su brevedad, se trata de un escrito mayor de la escuela de la prudencia, entendida ésta como retención de la verdad, cautela en la veracidad y segregación de incertidumbre en torno de sí, que enseña a no deliberar en la propia tempestad, a dejar pasar la borrasca de las pasiones y evitar 'el precipicio de los sentidos'. '...graves desórdenes acontecen en el mundo cuando no se emplea el recurso de ocultar las cosas que no vale la pena dejar ver. Y más allá de cuanto les ocurre a los hombres, si también se considera la naturaleza por tantas otras obras de acá abajo, comprendemos que todo lo bello no es más que una gentil disimulación. Digo lo bello de los cuerpos que están sujetos a la mutación, entre ellos las flores, y entre las flores su reina. Y se encontrará que la rosa parece bella porque a primera vista disimula ser cosa tan caduca, pero la disimulación en ella no puede durar. Y, aunque de la belleza mortal suela decirse que no parece cosa terrena, luego cuando se considera la verdad ya no es otra que un cadáver disimulado por el favor de la edad'