La obra de Zorrilla no fue tanto fuente sino catarata que inspiró a docenas de autores dramáticos a lo largo del siglo XIX y bien entrado el siglo XX. (...)Desde el principio el autor concibió una obra profundamente cristiana, una obra que marcara el contraste entre el pagano mundo romántico que dominaba las tablas españolas de su época y una nueva visión armónica del mundo.(...)Zorrilla adoptó brillantemente, para su obra, elementos de otros dramas y de otros géneros literarios.
Cuando contaba sólo 20 años, José zorrilla (1817-1893) leyó en el sepelio de Larra los versos que le consagraron como el nuevo ídolo del romanticismo. Ya había publicado su primer libro de poesía y abandonado el estudio de las leyes por la literatura y la bohemia. El zapatero y el rey y Traidor, inconfeso y mártir, entre otras, son obras con las que renovó el género y por las que fue reconocido como el más popular de los dramaturgos.