Si "El alcalde de Zalamea" se ha mantenido a lo largo de los siglos como la más popular comedia calderoniana, es, sin duda, porque su protagonista, Pedro Crespo, encarna de modo formidable el sentimiento del honor como síntesis de la dignidad humana. Pero no bastaría ese único mérito para garantizar la universalidad de una obra que incide en un tema tópico, a fuerza de verosímil, en el Siglo de Oro español. Es el arte el que salva la comedia y la hace cada vez más viva. El rigor de los conceptos, polarizados entre Razón y Naturaleza, se encarna en una estructura dramática de gran claridad y enorme riqueza simbólica. Edición de José María Ruano de la Haza.
Calderón de la Barca estudia con los jesuitas y completa su formación en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca. Participa en varias campañas militares al servicio del duque del Infantado. En 1651 se ordena sacerdote, residiendo en Toledo y más tarde en Madrid como capellán. Dedicado a la literatura, poesía y drama, es una de las figuras cumbre de la literatura universal, autor de éxito en el Siglo de Oro de las letras españolas y uno de los escritores favoritos de la corte, para quien escribe sus primeros títulos. El alcalde de Zalamea, La vida es sueño, El médico de su honra, El gran teatro del mundo y La cena del rey Baltasar son algunas de sus obras más destacadas.