Las palabras no llenan vacío, lo ahondan. Son vértigo, sombra de otra plabra con más luz, y ésta, sombra de la última deslumbradora, inasequible, inhumana. Las palbras no son piel sino entraña, con ellas queda a un lado la caricia y alcanzamos la penetración. Tal vez era mejor el sinsentido, el son preclaro, la música sin partitura de las letras. ¿Qué haríamos sin ellas?, están en el camino.