Walter Benjamin se hace portavoz del 'vanguardismo' revolucionario más radical y llama a los intelectuales políticos de izquierda a depositar toda la confianza en la espontaneidad del carácter revolucionario de la producción artística. La 'alta calidad' de una obra de arte, dice, es garantía suficiente de ese carácter. La actitud de izquierda no ha dejado de ser necesaria. En un nuevo escenario de realización de lo político, la izquierda, como resistencia y rebelión frente a la modernidad capitalista, podrá hacerse visible, y en él pueden recobrar su validez los sueños vanguardistas de una relación liberada entre el arte y la vida.