GOGOL, NIKOLAI / VILLAMUZA, NOEMI (Ilustración)
El capote, escrito por Nikolái Gógol entre los años 1839 y 1841, y publicado en 1842, nos presenta uno de los más conmovedores personajes de la Literatura: Akaki Akákievich Bashmachkin, un funcionario de la escala más baja de la administración civil, que se ve ultrajado por las injusticias sociales y la indiferencia egoísta de los fuertes y ricos, y cuyo destino es el de ser un «hombre insignificante». Akaki, para protegerse del gélido invierno de San Petersburgo, necesita un capote nuevo, pero cuando por fin lo consigue seguirá notando frío, el frío gélido que habita en los corazones de las personas que le rodean.
Este maravilloso relato y su protagonista tendrán gran influencia en la literatura posterior: Herman Melville y Franz Kafka nos presentarán a Bartleby y a Gregor Samsa, dos personajes descendientes directos de Akaki.
Las ilustraciones, que harán que este libro sea inolvidable para lectores de todas las edades, son de Noemí Villamuza, quien ya ilustró en esta misma colección El festín de Babette y ABCdario.
Nikolái Vasílievich Gógol (Sorochintsy, Ucrania, 1809-Moscú 1852) nació en el seno de una familia de pequeños terratenientes. Cuando aún estaba en el instituto escribió su primera obra, el poema Hans Küchelgarten (1828). Las malas críticas recibidas lo impulsaron a abandonar la literatura, pero pocos años más tarde, en 1831, publicó la primera parte de Las veladas en Dikanka, que resultó ser un gran éxito. Ese mi smo año entró en contacto con los círculos literarios de San Petersburgo. En 1832 apareció la segunda parte de Las veladas y en 1835 las recopilaciones Mirgorod y Arabescos (en la que se incluían los cuentos «La perspectiva Nevski», «El diario de un loco» y «El retrato»). En 1836, desilusionado por las polémicas que provocó su comedia El inspector, dejó Rusia. De 1838 a 1842 residió en Roma. En su casa de la Via Sistina escribió «El abrigo», Roma y el primer volumen de Las almas muertas, que fue aclamado por la crítica y el público. Pero su salud física y mental, ya muy deteriorada, se derrumbó al no poder acabar el segundo volumen, cuyo manuscrito quemó poco antes de morir.