Este libro es una fantasmagoría filosófica en la que el agua, el aire, el fuego y la tierra se transfiguran formando cuadriláteros insospechados y cercan a los humanos con astucias por lo general aviesas.
La obra comenzó a escribirse en los meses más ásperos del covid-19 pensando en las analogías que tal catástrofe mostraba con el calentamiento global y en los juicios que la gestión política de la pandemia suscitó a algunos filósofos europeos.
Pronto derivó en un atribulado ensayo de filosofía de la historia (y quizás también de teoría literaria) donde se ha abogado por la conveniencia de contar el tiempo hacia atrás y hacia los lados y de perder todo respeto por las narraciones que se ajustan al esquema problema-solución, tan grato a las mentes filisteas.
El libro muestra poca estima por la doctrina según la cual el presente consiste en una agenda de retos, tópico en el que el autor cree encontrar el meollo de los engaños y cursilerías que ha dado de sí la ideología contemporánea.
Es autor de una amplia obra teórica, de la que forman parte los libros La clac y el apuntador y Sin imagen del tiempo (ambos en Abada), Contra el relativismo, Apología del arrepentido, La moral como anomalía, La fábrica del bien, El saldo del espíritu, La excepción permanente, Filosofía de la caducidad, Misión del ágrafo, Teoría del súbdito, Manifiesto antivitalista y Signos de contrabando. Trabaja como profesor universitario de filosofía en Madrid desde 1992.