El proceso por el que un niño consigue dominar su lengua materna es muy complejo y en él intervienen una multiplicidad de factores. El niño aprende a hablar porque se le habla. La lengua que usará existe con anterioridad a su propia existencia individual y el proceso de adquisición de la misma implica que ha de hacer suyo un sistema simbólico que su grupo cultural ha construido a lo largo de la historia. Es necesario que la escuela preste atención a los usos y formas de la lengua oral con las que los niños se comunican en distintos ámbitos familiares e informales. Todo el bagaje comunicativo implícito que suponen estos usos y formas de la lengua oral han de hacerse explícitos en un contexto escolar favorable, por lo que es necesario conocer los distintos objetivos en el proceso de aprender a hablar, así como las explicaciones que se han dado al mismo. También resulta fundamental conocer las estrategias necesarias para que los docentes intervengan certeramente en el desarrollo de este proceso, clave para un pleno ejercicio de la ciudadanía. Proceso que no se agota en la niñez, porque los adolescentes deben aprender a manejarse en contextos laborales, académicos y sociales más amplios que los del entorno de su infancia.