Un profesor de Filosofía y un aprendiz de cocinero, tras sendos accidentes, coinciden en una habitación de hospital. Un poco para entretener el tiempo en esos días de dolor, el joven cocinero le pide al viejo profesor que le enseñe los rudimentos de la Filosofía, si es que eso ha de servirle para vivir mejor. Agustín, el profesor, remedando el método socrático, inicia una animosa y paciente introducción a esa misteriosa disciplina, en tanto que Tomás, el cocinero, hace lo que puede por mantener el diálogo y seguir su discurso. A través de sus palabras vamos descubriendo tanto la personalidad del aprendiz como la del profesor, asistiendo a una iniciación filosófica que afecta realmente a sus vidas.Una presentación original de la escuela de Filosofía española, donde no falta el humor. Lo importante es que vida y doctrina no se presentan por separado, sino que la doctrina es vivida por personas de carne y hueso, logrando una unidad integral donde cabe la esperanza