A mis años afirma el autor ya no espero grandes novedades en mi trabajo intelectual, pero sí una profundidad mayor, y eso es lo que he pretendido en este libro. Su objetivo es invitar al lector a pensar y a vivir con una racionalidad utoprofética (es decir cálida, de matriz hebrea más que griega) que no excluye a la razón fría la lógica, sino que la incluye y completa. Y lo consigue en tres partes, que van integrándose según van transcurriendo sus páginas: la sociedad, la identidad cristiana y la fe utoprofética. Con respecto a la sociedad, se pregunta: ¿Es esto el futuro? Denuncia lo absurdo de la división izquierdaderecha en el mundo actual y planea que la verdadera división se centra entre cristianos y laicistas, advirtiendo que mientras la jaca del laicismo trota en su romería, el cristianismo va camino de volverse irrelevante, porque ha dejado de ser simbólicamente significativo. Con respecto a la identidad cristiana, afirma: No es seguro que lo cristiano vuelva a entusiasmar a un mundo que no quiere ayunar, que no es sólo comer menos, sino dominar el afán de consumismo y empacho de suficiencia y por ello inhabilitado para acercarse a los realmente necesitados, que son los que verdaderamente ayunan. El cristianismo no es una filosofía, como Cristo tampoco fue un filósofo, sino el Salvador. si la iglesia ha de volver a entusiasmar al mundo, necesitará menos teóricos y más apóstoles, menos politólogos y más cristianos comprometidos. Con respeto a la fe utoprofética, se une Dietrich Bonhoeffer cuando en su libro El precio de la Gracia se ve obligado a escribir que: La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. El cristianismo dice no esta amenazado de herejía, sino de apostatía silenciosa, es decir, de gracia barata y fría. Todo apunta hacia un necesario cambio de marcha en 1ª razón, y para eso hay que reorientar la razón griega basada en la polaridad sujeto/objeto (alétheia) hacia la razón hebrea sujeto/objeto (emet). Para la razón utoprofética creer es aceptar. Si queremos que la sociedad entienda que el mensaje cristiano tiene más interés del que suele atribuirle, el cristiano que porta y vive ese mensaje debe ser capaz de hacerle llegar la Palabra de Dios por medio del vehículo de la cultura y de la inteligencia. La fe, es un don sobrenatural, un producto de la gracia. pero la gracia no anula la naturaleza sino que la perfecciona, la fe no es enemiga de la inteligencia sino colaboradora de la misma.
Carlos Díaz (1944) es profesor de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Autor de más de un centenar de libros y de innumerables artículos, es miembro del Instituto Emmanuel Mounier.