Louis Charpentier emprende en esta obra un simbólico diálogo con uno de los edificios más singulares y enigmáticos del mundo. Y la catedral de Chartres le revela, paso a paso, los misterios de un saber perdido: astronomía, alquimia... De ese modo, la catedral se manifiesta como el más extraordinario intento humano de elevación hacia una estadio superior mediante el uso de unas proporciones, unas dimensiones y unas armonías luminosas y sonoras «justas».