Contiene y proyecta este último libro de poemas de Juan Cobos Wilkins dos hondas imágenes simbólicas y complementarias: la de un mundo, un tiempo, una forma de vida, que el poeta, testigo, ve desmoronarse en paralelo a la existencia propia. A ambas, fundidas en una, sólo puede responder de una forma activa: escribiendo. Muy presentes en sus versos están la desolación, el desamparo, la indefensión, la orfandad, el extrañamiento, el desarraigo, la contradicción hermosa e hiriente de existir. Estamos ante un libro en el que el vértigo y la serenidad no son contrarios, y soledad y belleza llevan alianza. Un libro marcado por las ausencias, las pérdidas, la asunción del dolor y la conciencia del compromiso solidario con el sufrimiento del otro. Construido con, desde y sobre el vacío, el poemario tiene el paso del tiempo como ritmo mismo de sus versos en los que se abren la transparencia de la infancia y el hálito del amor, capaces -a pesar de que el mundo se derrumba? de lograr todavía la magia, el asombro, la alada metamorfosis que desafía a la muerte.
Juan Cobos Wilkins ha sido director de la Fundación Juan Ramón Jiménez y de la revista Con dados de niebla. Sus libros de poemas, Llama de clausura, Biografía impura, Para qué la poesía, han sido galardonados con los premios Gil de Biedma, de la Crítica de Andalucía y Torrevieja. Es autor de las novelas El corazón de la Tierra (llevada al cine por Cuadri), Mientras tuvimos alas (Premio El Público), El mar invisible (Finalista del Ciudad de Torrevieja) y Pan y cielo; de los relatos recopilados en Siete parejas y un solitario (Premio NH) y La soledad del azar; de la biografía Álbum de Federico García Lorca y del volumen de piezas teatrales Mysterium. Parte de su obra poética se encuentra en las antologías La imaginación pervertida y A un dios desconocido.