La arrolladora obra periodística de Mariana Enriquez, entre la crónica personal y la exploración de sus grandes amores literarios y musicales. Encontramos en estas páginas desde una entrevista con el legendario o rockero argentino Charly García hasta un texto sobre la fijación de los viandantes bonaerenses con el escote de la autora. Agudas piezas personales sobre sus inicios como escritora, la primera vez que la llaman «señora» o la fascinación por el erotismo homosexual conviven con espléndidos retratos de escritores como Bram Stoker, Mary Shelley, Lovecraft, Bradbury o Neil Gaiman. Se abordan también figuras excéntricas como las de Hubert Selby Jr., Kenneth Anger o Joe Dallesandro; músicos como Bruce Springsteen, los Rolling Stones, David Bowie, Nick Cave o los Manic Street Preachers; actores como Asia Argento o Jared Leto; mitos femeninos como Sylvia Plath o Kate Moss... Un libro ineludible para fans de Enriquez y para cualquier amante del periodismo vibrante y la buena literatura.
(Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de viajes, perfiles y colecciones de cuentos: en Anagrama han aparecido dos de ellas, Los peligros de fumar en la camayLas cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países: «Goza de un merecido reconocimiento. La escritura posee cualidades como la condensación y una sugerente frialdad. Una prosa con peso específico» (Carlos Pardo, El País); «Tanto horror, además de fascinar como está obligado a hacerlo toda propuesta sólida y atractiva que tenga cabida en el género, se acaba revelando hecho de densidad política y analítica» (Nadal Suau, El Mundo); «Una mirada singular e inquietante. Una voz literaria auténtica que galvaniza a los lectores. Literatura llamada a perdurar» (Sergi Bellver, La Vanguardia); «Se apoya con inteligencia en los maestros para crear un mundo narrativo muy propio» (Edmundo Paz Soldán); «Excepcional» (Marta Sanz).
Su obra ha recibido un aplauso unánime: «Toma un rasgo que reconocemos en Cortázar y lo exacerba: lo podrido y maléfico de la vida cotidiana, la rajadura por la que se filtra un fondo de irracionalidad donde chapotean cuerpos entregados a sus excreciones y palpitaciones» (Beatriz Sarlo); «Un prodigioso cruce entre la reescritura de ciertas tradiciones y esa lucidez atroz que llamamos mirada propia. Compartirla con los lectores es motivo de fiesta» (Andrés Neuman); «Tan auténtica y perspicaz que consigue evocar una realidad más vívida que la que nos rodea... Una escritora de primera clase» (Daniel Gumbiner, McSweeney?s).