Una mujer recuerda su historia con tres amores distintos. El primero, con «el hombre de los gritos», acaba en incomunicación, ruptura y soledad; el segundo, con «el hombre oscuro», está marcado por la fuerte y placentera tensión del sexo. Cuando perece ahogado entre las olas, la mujer se refugia en las montañas. Allí conoce al «hombre de pelo cano», un amante tranquilo, maduro, con quien las palabras y la tranquilidad pesan más que la tensión sexual. La mujer, convaleciente aún de cada amor, parece entender que amar y ser amada ha sido su destino. Y lo acepta.