Hace mil años, la gran Tempestad quebró toda promesa de una primavera de la civilización y la veraniega euforia de cuando los hombres se erigían en amos y señores de la Tierra, pues los expulsó del Edén industrial para arrojarlos a un invierno permanente. Sin embargo, a modo de efímero indulto, algunos años regalan a las nuevas comunidades un breve verano para refrescar el recuerdo de la antigua gloria, quizá para ayudarles a descifrar los misterios de la condición humana. En Belaire Pequeña, lo llaman el verano mecánico del Pequeño San John, no sé sabe bien por qué. Esa diminuta comunidad vio nacer al joven Junco que Habla, quien ha decidido alcanzar la santidad a fin de iluminar las almas y dotarlas de una transparencia que permita a todas las personas verse a sí mismas. Luego, Junco escribirá su propia hagiografía en misteriosos crista!es de ocho lados custodiados por un ángel. De la mano del magistral Iroswiey, asisfiremos a un viaje iniciático por un mundo dividido en minúsculas culturas aisladas, en las que coexisten las costumbres de los nativos americanos, el catolicismo y la estética pop. Una obra única en que la ciencia ficción postapocalíptica queda supeditada al lirismo, la magia y la fantasía, para revisar con mirada lúcida la realidad contemporánea.