«Como seguíamos sin ceder, pero cada día que pasaba nos veía más austeros, la reina quiso distraernos, pensando que con los juegos y las fiestas nos olvidaríamos de nuestro viaje y nuestros destinos. Nos parecían muy serios y precisos. nuestro orgullo se exaltaba con aquella resistencia y, bajo el esplendor de los mantos, sentíamos crecer en nuestros corazones un deseo irresistible de acciones gloriosas. Jardines fastuosos con terrazas escalonadas descendían desde el palacio hasta el mar. El agua marina entraba en canales de mármol y los árboles se inclinaban por encima. las potentes lianas colgadas de una ribera a otra formaban puentes trémulos, balancines. A la entrada de los canales flotaban en una red tan tenaz, que resistía las olas más altas. el agua de los canales, más allá, estaba siempre en calma.» El Viaje de Urien es el relato de un viaje iniciático, al mismo tiempo de huida, de renuncia y de búsqueda, lleno de contenido simbólico. Su lectura resulta absorbente. Los lugares recorridos tan pronto hipnotizan al viajero y lo invitan a quedarse en ellos para siempre, como horrorizan a Urien y a sus compañeros, que deben escapar de ellos. El viaje puede ser un sueño, una búsqueda que, irónicamente para su protagonista, termina donde empieza.
André Gide (París, 1869 - 1951). Debutà amb Les cahiers d'André Walter (1891), prosa poètica d'orientació simbolista i decadent, i amb altres obres que palesen unes subtils anàlisis psicològiques i reflexions sobre el desig i l'amor. Les nourritures terrestres (1897), obra d'estil poètic i harmoniós, patentitza una protesta indirecta contra tota disciplina moral sorgida d'una tradició i estranya a l'individu. A Prométhée mal enchaîné (1899