Este libro denuncia el papel de la cultura progresista en el mantenimiento de un orden social inmisericorde, en el que lo que llamamos capitalismo no es solo, ni siquiera en primer lugar, la dureza de la economía neoliberal. Si ya se ha hablado mucho del liberalismo como estructura de liquidación comunitaria y es difícil que en este plano hayamos podido exagerar, aquí nos extenderemos sobre todo en el frente anímico de esta catástrofe antropológica: la cultura elitista sin la que no se explicaría una precariedad vital cada día más correcta. Lo que a la postre se critica es un orden alternativo que ha tomado el relevo del conservadurismo, ejecutando culturalmente la labor de desarraigo y separación que la mitología del capitalismo exige.
Doctor en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, es filósofo y crítico de arte. Influido por la heterodoxia del pensamiento occidental (Leibniz, Nietzsche, Lacan, Deleuze), desarrolla desde hace años un trabajo filosófico en una doble dirección. De un lado, una afirmación ontológica de la singularidad, de su impacto irrepresentable. De otro, una crítica de la violencia microfísica del poder postmoderno. En ambos registros intenta rescatar la potencia conceptual de distintos creadores contemporáneos, de Baudrillard a Badiou, de Agamben a Sokurov.
Es autor de numerosas obras, de entre las que destacan: La represión informativa del sujeto (Grama, Buenos Aires, 2011), Votos de riqueza (A. Machado Libros, Madrid, 2007), Crítica de la razón sexual (Serbal, Barcelona, 2002), La sexualidad y su sombra (Altamira, Buenos Aires, 2004), La explotación de los cuerpos (Debate, Madrid, 2002).