La música ha sido una herramienta habitual en la política exterior de los Estados para mejorar su imagen internacional desplazando melodías, artistas, agrupaciones e instrumentos que representaban simbólicamente la nación y que permitían alcanzar a la ciudadanía de otro país. Esta acción exterior ha sido denominada diplomacia musical. Estados Unidos y el jazz, la Unión Soviética y el Ballet Bolshói o Corea del Sur y el K-pop son prototipos conocidos de esta acción exterior, pero existen otros ejemplos en los que los géneros musicales, los avances culturales, las relaciones internacionales y las transformaciones políticas convergieron en un mismo momento, como fueron los casos de Reino Unido y España. Las características de la diplomacia musical británica y española en la segunda mitad del siglo xx sufrieron una importante modificación en consonancia con los cambios políticos internos y los reajustes de las prioridades exteriores. El análisis de las acciones musicales desarrolladas de forma bilateral entre ambos países permite esclarecer los géneros musicales proyectados internacionalmente, la influencia del estado de las relaciones bilaterales en la calidad y la cantidad de las iniciativas y la confluencia de factores internos y externos para la formulación de la diplomacia musical de cada país.