¿Es posible defender la revolución sin atarse un pañuelo palestino o enfundarse un chándal? ¿Se pierde la condición de progre ataviado con un traje burgués o un polo de cocodrilo? ¿La alienación indumentaria de la mayoría de los mandatarios de izquierda ha condicionado la crisis ideológica actual?Como si de una terapia woodyalleniana se tratara, diferentes corrientes y líderes desfilan frente al espejo del padre fundador del socialismo para identificar, analizar, reivindicar, desmitificar y teorizar sobre el origen, la evolución y la marginación del vestuario claseobrerista en la escena política nacional e internacional.«Después de todo, el camino hacia la revolución precisa de luchadores conscientes, no mal vestidos». Salvador Allende«No puedes hacer una revolución con guantes de seda». Stalin«El negro es lo lógico para una persona de clase modesta como yo. Con un vestido negro, aunque sea de tela barata, puedes ir a cualquier sitio». Pasionaria«La corbata es un trapo miserable que se transformó en coquetería masculina, y andamos ahí con esa servilleta bien incómoda, con el calor». José Mujica «¿Tendría que disfrazarme de pobre para ser una buena dirigente?». Cristina Fernández de Kirchner«Prefiero el viejo reloj, los viejos espejuelos, las viejas botas y, en política, todo lo nuevo». Fidel Castro
Patrycia Centeno, pionera en el estudio de la imagen como herramienta de comunicación política no verbal. Licenciada en Periodismo, trabaja como asesora de estética y ejerce de docente en diferentes universidades. Es autora de Política y Moda, la imagen del poder (Península) y Espejo de Marx, ¿la izquierda no puede vestir bien? (Península).