La novela elegida para el presente estudio muestra su personaje protagonista en el justo punto de inflexión que separa al niño del hombre. El personaje infantil de Tristura conduce su iniciación, como héroe del relato, hasta la propia textura narrativa, y desde allí devuelve, en el modo de una especie de "refracción" simbólica, indicios del hombre o la mujer que, ya adultos y situados fuera de la narración, asisten a los hechos de que se compone su aventura, hasta invitarles al ingreso en la novela como seres estigmatizados por idénticas experiencias, y como lectores que, ejerciendo el acto de la lectura, perfeccionan el proceso de recuperación por la intervención convocada de la memoria.