Como en el caso de la mayoría de los autores que cultivaron la novela griega, prácticamente nada se sabe con seguridad de la vida de Heliodoro, autor de las Etiópicas, también conocida como Teágenes y Clariclea. Heliodoro vivió en el siglo IV a. C., era originario de Emesa y quizá asumió algún cargo eclesiástico, aunque con toda seguridad aún no lo ejercía cuando escribió esta curiosa novela de amor. Su obra explica, como suele ser habitual en la narrativa griega antigua, las peripecias de dos amantes que acumulan todas las perfecciones pero que durante un largo periplo que les lleva por Grecia,
Egipto y Etiopía, se encuentran innumerables obstáculos para alcanzar la felicidad. Sin embargo, las Etiópicas eluden caer en la previsibilidad y el aburrimiento. Heliodoro se revela como un escritor de talento poco común, que muestra una preocupación especial por atrapar al lector en su historia, levantando las Etiópicas sobre una cuidada estructura temporal, que toma como referencia la Odisea y que va desvelando los misterios de la trama en los momentos adecuados. El esmero que puso Heliodoro en su novela hizo de ella un texto de referencia durante cientos de años.