¿Podemos los docentes promover que el alumnado esté más interesado en aprender y no tanto en la «nota»? ¿Podríamos imaginarnos todo un curso sin dar ninguna «nota» y, solamente al final, consensuar una calificación? Tal vez este sea un deseo que muchos tenemos y que, si queremos que se convierta en realidad, exige que reexaminemos a fondo el sentido y la práctica de la evaluación.