Exitus da nombre a la ramificación de poemas escritos bajo la luz desabrigada de un sistema público de salud mental que, por ninguneado, se ofrece mediocre, deficiente, con lamentables consecuencias para las personas que necesitan de su atención y que, con excesiva frecuencia, acaban obteniendo interminables esperas y hastío en respuesta. Son los versos de la mujer que sobrevive a la violencia de género y que vive para contarlo. Se trata del poemario de la muerte, casi obscena en su claridad, pero también de la esperanza inmediata como mano tendida que jamás traiciona. Se trata, sobre todo, de una obra esencial. No he abandonado la nada y convertido en mujer para soportar el cieno en la mirada de mis semejantes. Como mujer se me ha dado una espalda desnuda, no un paredón ni me place ser salpicada de sangre. Tampoco vine a esta vida para parecerme a la perla ni al oro viejo de los dedos de las señoras. Quise hacerme carne por un motivo que ya no recuerdo. El silencio es una hogaza de pan de la que mi memoria se alimenta alimento la tierra con la pobredumbre de las rosas secas caídas del cabello de la mujer qu