Tres narraciones entrelazadas por la química (de las pastillas y de los cuerpos): en la primera historia, Rebecca, una popular autora de novelas de kiosco, conoce a una joven enfermera, un tanto confundida con respecto a su sexualidad, y aficionada al éxtasis y a las discotecas... La protagonista de la segunda, Samantha, que nació sin brazos a causa de una droga imprudentemente recetada a mujeres embarazadas, enamora a un hooligan aficionado a todas las drogas contemporáneas, y lo utiliza para vengarse de aquellos que causaron su deformidad... Y en la última, Lloyd es un treintañero rebelde que sigue sin rendirse a la vida burguesa y frecuenta fiestas extáticas. Pero una sensación de disconformidad le anuncia que quizá lo que ahora desea son otros éxtasis mucho más difíciles.
Irvine Welsh nació en 1958 en Escocia. Creció en el corazón del barrio obrero de Muirhouse, dejó la escuela a los dieciséis años, cambiando multitud de veces de trabajo hasta que emigró a Londres con el movimiento punk. A finales de los ochenta volvió a Escocia, donde trabajó para el Edinburgh District Council a la par que se graduaba en la universidad y se dedicaba a la escritura. Su primera novela, Trainspotting, tuvo un éxito extraordinario, así como su adaptación cinematográfica.