GRILLPARZER, FRANZ / BRAVO DE LA VARGA, ROBERTO
Fortuna y fin del rey Ottokar es un drama histórico que reconstruye la crisis que atravesó el Sacro Imperio Romano Germánico a finales del siglo XIII. La ausencia de Emperador motiva un interregno lleno de desórdenes y guerras civiles. Para superarlo, los príncipes deciden elegir un nuevo señor. Ottokar de Bohemia, duque de Austria, Carintia, Carniola y Estiria, cuenta con su elección como Emperador. Cuando la Dieta Imperial toma el acuerdo de nombrar para el cargo a Rodolfo de Habsburgo, Ottokar se niega a restituir Austria y los demás ducados alpinos que había recibido del Imperio en calidad de feudos. Rodolfo se ve obligado a emprender una campaña militar contra él, derrotándolo en 1278 en la batalla de Dürnkrut. Los feudos imperiales recuperados los entrega a sus propios hijos. Es así como la modesta casa de Habsburgo, procedente de un pequeño castillo en Suabia, entre los ríos Aar y Reuss, se convierte en la dinastía que llega hasta el fin del Sacro Imperio en 1804 y, más allá, hasta el fin del Imperio Austrohúngaro en 1918. Nacida de la experiencia de las guerras napoleónicas, la obra contrapone la figura de Ottokar, rey de Bohemia, que encarna la ambición personal, a la de Rodolfo de Habsburgo, encarnación del poder ejercido humildemente, entendido casi como un ministerio sacerdotal. La judía de Toledo se ha escogido tanto por el interés que tiene en sí como por la relación intercultural hispanoautriaca, que daría mucho juego en el campo de la literatura comparada. El argumento es bien conocido. Alrededor de 1270, la Crónica General de Alfonso X el Sabio alude por primera vez a un episodio de la vida de Alfonso VIII (11551214): en 1170, recién casado con Leonor de Aquitania, el rey se enamora locamente de una judía de Toledo, Raquel, la Fermosa, se encierra con ella durante casi siete años y olvida a su legítima mujer, su reino y sus obligaciones. A la vista de ello, los nobles de la Corte deciden matar a la judía. Se presentan allí donde vive y la asesinan en el estrado de su aposento. De las crónicas la historia pasa a la literatura del Siglo de Oro: la Romanza (1551) de Lorenzo de Sepúlveda, Las paces de los reyes y judía de Toledo (1617) de Lope de Vega en la que se inspiró Grillparzer , La desdichada Raquel (h. 1625) de Mira de Amescua, la Raquel (1650) de Luis de Ulloa y Pereyra, la Judía de Toledo (1667) de Juan Bautista Diamante, o la dieciochesca Raquel (1772) de García de la Huerta. El tratamiento que hace Grillparzer de este prototipo femenino, que a lo largo de los siglos acaba adquiriendo rasgos de otras célebres judías como Esther, Judith o Salomé, es de una gran originalidad: el asesinato de la seductora no se justifica por la razón de Estado. todas las razones se encuentran dentro del hombre. De ahí el mensaje de la obra: Primero hay que hacerse dueño de uno mismo... / y luego dominar al enemigo. El hechizo, el embrujo que supuestamente Raquel ejerce sobre el rey no es tal. el único misterio somos nosotros mismos, nuestra alma y nuestros afectos. Esta traducción del Teatro de Grillparzer es la primera edición castellana de la obra dramática del autor. Es curioso que el único título del que dispone el lector español hasta la fecha sea El pobre músico, un relato muy estimable, pero que no muestra el auténtico genio del autor, el del Grillparzer dramaturgo. Supone una laguna importantísima, que no se da en el resto de Europa. El volumen incluye una introducción que pretende situar al autor y su obra en su contexto histórico y artístico, además de una cronología y una breve nota bibliográfica.